De Tilcara al mundo, Cristina Paredes apuesta por un folclore más inclusivo y feminista
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De Tilcara al mundo, Cristina Paredes apuesta por un folclore más inclusivo y feminista

Cristina Paredes hace de sus redes sociales una herramienta para concientizar sobre megaminería, pueblos originarios, cultura y naturaleza, aborto, separación de la Iglesia del Estado, lucha contra racismo, defensa de derechos, feminismo y más.


Libertad Digital

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17/07/2021
 /  libertaddigital.com
 -  Mujeres  /  Redacción: Nahuel Bustos Domecq

Cantora y docente primaria, tiene un objetivo claro en sus canciones: “Plasmar las luchas de las mujeres, la de las diversidades sexuales, de los que estamos debajo recibiendo migajas o nada”, comenta Cristina Paredes.

Oriunda de Tilcara, Jujuy, recuerda que la música la acompañó desde sus raíces: “Mi madre era coplera, de ella heredé el canto con caja. Solíamos ir a la cosecha de caña de azúcar en el Ingenio San Martín de Salta, ahí escuchaba muchas tonadas tarijeñas, música ‘chapaca’ o sea música de Bolivia además del folclore salteño, por eso tengo en mi repertorio a esa música”, recuerda.

Según confiesa, cuando estudiaba en el colegio sus amigos la llamaban “Mercedes Sosa jujeña”: “Yo no sabía mucho de ella, no tenía ni discos, ni grabaciones, solo cuando iba a la cosecha, escuchaba la radio de algún vecino y ahí si escuchaba a los folcloristas de esa época. Me gustaba cantar ‘Al jardín de la república’ más adelante conocí el homenaje que hizo a Violeta Parra, ‘Gracias a la Vida’, me encantó y desde allí que la tengo como referente”, recuerda.

Con influencias de León Gieco, Victor Heredia, Peteco Carabajal, artistas de Bolivia o la compositora chilena Violeta Parra, comenzó con presentaciones en los actos del colegio Dr Eduardo Casanova de Tilcara, junto al profesor de música Gustavo Patiño. De hecho fue él quien la invitó a cantar en el Teatro Mitre de la ciudad de San Salvador de Jujuy en 1987, la primera vez que pisó un escenario.

Desde ese año inició su camino como solista, aunque sus primeras composiciones llegaron tiempo después. A sus 53 años cuenta con su disco “Así soy cuando yo quiero” (2017), su primer proyecto profesional que nació luego de “juntadas con amigos” desde Córdoba, su nuevo hogar: “Está hecho con mucho amor. El repertorio de este disco es una recopilación de más de 50 canciones que tuve que seleccionar, en la mayoría composiciones poco conocidas, pero con mucho sentir de mi gente”, revela.

En ese trabajo incluyó composiciones de mujeres latinoamericanas, para homenajear “la lucha de las mujeres por conseguir nuestros derechos”. Entre ellas se destaca el track “Dignificada”, de Lila Downs, junto a Ismael Velázquez y Brenda Mamaní: ”En esa canción hay un ‘rap’ que nació con compañeras docentes (Cecilia Ruiz, Ángeles Valdez y María Alejandra Rivas) en las marchas de ‘Ni una menos’ de la provincia”.

‘Hay en la noche un grito y se escucha lejano, cuentan al sur, es la voz del silencio, en este armario hay un gato encerrado porque una mujer, porque una mujer defendió su derecho’, reza la letra: “Para grabarla le pedí autorización a la querida Lila, y obtuve su permiso para nombrar a mujeres que fueron víctimas de trata y femicidio, Marita Verón, Paola Acosta y Yamila Cuello”, asegura la artista.

Así también podemos nombrar el tema “Manos de Mujeres”, de Marta Gomez, que grabó junto a “invitadas músicas amigas muy queridas” como Laura Chaker, Nora Benaglia, Micaela Chauque y que dice: ‘Manos de mujeres que han parido la verdad, manos de colores aplaudiendo algún cantar’.

“Esta pena” fue la única composición propia, inspirada en un poema de su amiga Maria Elena Perez. Lo grabó junto a su hija, Anuk Paredes, una decisión que no fue casual: estaban acostumbradas a entonar esa letra juntas, un ritual de toda la vida que quedó plasmado para siempre en el disco.

Ese espíritu combativo de Cristina es un sentimiento colectivo de cientos de mujeres que buscan frenar los prejuicios machistas y proponer otro tipo de música inclusiva y para todes. Es que el folklore, como cualquier tipo de expresión artística, no se queda afuera de los cambios sociales y la revolución de miles de mujeres y disidencias de todo el mundo. En este caso, en las zambas y chacareras.

Es por eso que lleva la lucha en las canciones y en la vida real: “Estoy construyendo un ‘nuevo folclore’ inclusivo junto a músicas y compositoras; queremos interpelar, debatir el folclore machista. Siempre hicimos arte, pero fuimos discriminadas y rechazadas, aún nos cuesta estar en los escenarios pero seguimos batallando por nuestros derechos”, indica.

En la pandemia participó de festivales online, como “El arte no calla” o “Griego Mujeres”, también del “Encuentro de artistas independientes - Yana Pisqo” y del conversatorio “Perspectiva de género en las Artes. Miradas de mujeres y diversidades que habitamos en este territorio”, y se sumó a diferentes eventos en solidaridad con hospitales y con comedores como Festi Sol.

“En Jujuy la estaban pasando muy mal. La salud y la educación para los gobiernos muchas veces no son prioridad. Aprovecho para escribir y componer, por supuesto que partiendo de todo lo que nos pasa a las mujeres, o temáticas con respecto a la Madre Tierra que está siendo dañada por la ambición de unos pocos sin respetar a los pueblos originarios”, dice.

Hoy trabaja como docente desde casa debido a la situación sanitaria. Según confiesa, “Sube sube” de Victor Heredia interpretado por Mercedes Sosa la acompañó en la enseñanza a los niños: “Me marcó mucho la fuerza de la voz de ella, ahí está presente la voz de un pueblo, humilde, pobre y explotado que sigue en pie y lucha, la voz de los pueblos que los gobiernos dejan olvidados. Es como si ella cantara por todos nosotros. La admiro, era grande y humilde”.

“Si Mercedes estuviera hoy seguro que apoyaría nuestras luchas feministas. Nos deja un legado inmenso, de mujer del folclore muy comprometida, ejemplo para las mujeres que seguimos ese camino”, finaliza.

En esta nota: #jujuy

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