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Según el último relevamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi), una familia tipo necesitó en marzo $1.002.550 para no caer bajo la línea de pobreza. Así lo detalló Patricia Lezcano, directora del instituto, quien explicó que el aumento de la Canasta Básica Total (CBT) en el Gran Resistencia y Sáenz Peña fue del 6,56 % respecto a febrero. “Una familia de cuatro personas —dos adultos y dos niños— necesita más de un millón de pesos para cubrir sus gastos mensuales. De ese monto, $439.714 deben destinarse solo a alimentos”, remarcó.
La situación es crítica, no solo por los incrementos sino por el desfasaje entre precios e ingresos. Mientras las canastas suben, los salarios y jubilaciones mínimas quedan muy por detrás. “En marzo, la jubilación mínima tuvo un aumento del 5,92 %, y el salario mínimo subió apenas un 6,11 %, cuando el aumento de la canasta básica fue del 13,10 % en el primer trimestre”, indicó Lezcano.
Comer cada vez cuesta más
En los barrios, donde el ISEPCi realiza su relevamiento mensual, los productos de consumo básico no paran de aumentar. “La carne, las frutas y verduras registraron los incrementos más altos, lo que lleva a una caída marcada en su consumo. Hoy, tener carne en la mesa es casi un lujo”, señaló la referente del instituto.
El rubro carnicería fue el que más aumentó entre febrero y marzo, con un 11,46 % de suba. El kilo de nalga llegó a los $9.500, el espinazo trepó a $7.075 y el hígado alcanzó los $3.750.
En verdulería, los precios tampoco dieron tregua: el tomate aumentó un 66,67 % y llegó a $2.500 el kilo, la lechuga un 33 % ($3.000 el kilo), y la docena de huevos, un básico para muchas familias, subió 20 % hasta los $3.000.
En los almacenes barriales, aunque con una suba más moderada (1,54 %), también se sintieron los ajustes: el pan pasó de $1.500 a $2.000, el queso cuartirolo superó los $9.000 y el aceite mezcla se fue a $2.150.
De la calidad a la cantidad (y a veces, a nada)
Para Lezcano, la preocupación va más allá de la inflación. “Hoy muchas familias deben elegir entre cantidad o calidad. Los productos nutritivos se reemplazan por alimentos baratos y llenadores. A veces, un mate reemplaza la merienda; otras, se opta por snacks como chisitos porque son más accesibles que una fruta”.
El problema es estructural y afecta directamente a la salud nutricional de los hogares, especialmente de los más chicos. “No se puede tener una dieta equilibrada cuando no se puede comprar frutas, yogur o queso. Hablamos con muchas familias que nos dicen que ya no pueden ofrecer una fruta diaria a sus hijos”, lamentó.
“Los precios suben todos los meses”
El monitoreo del ISEPCi muestra que algunos productos, como la yerba, el aceite o el queso, tienen aumentos constantes mes a mes. “En un solo trimestre, el queso aumentó más de un 21 %. Estos aumentos no solo golpean el bolsillo: también limitan el acceso a productos esenciales para la alimentación”, dijo Lezcano.
Mirá la entrevista completa.
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