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Los asesinatos que menciona el informe, el cual fue elaborado a partir de publicaciones periodísticas, se registraron entre 1989 y 2017: en todos ellos, los femicidas fueron hallados culpables por distintas autoridades judiciales de las provincias de Neuquén, Mendoza, Buenos Aires, Salta, Tucumán y Río Negro y de la ciudad de Buenos Aires, a pesar de no haberse localizado el cadáver de la víctima.
Según recopiló La Casa del Encuentro, los condenados fueron: Salvador Pucci, Diego Estanislao Hervatín, Mauricio Daniel Severi, Daniel Lagostena, Mariano Luque (dos hechos), Aldo Vargas, Roberto Carlos Rejas, César Raúl Villanueva, Rubén Ernesto Carrazzone, Marcos Thola Durán, Victor Purreta y Rodrigo Germán Silva.
En tanto, las respectivas víctimas de los femicidios fueron: María Sebastiana Lara (36), Stella Maris Pugliese, Claudia Marcela Monzón (42), Érica Soriano, (30), Soledad Olivera, (31), Johana Chacón (13), Noelia Johana Rodríguez (22), Milagros Avellaneda (27) y su hijo Benicio Coronel (2), Adriana del Valle Caballero (25), Stella Maris Sequeira (61), Silvia Vázquez Colque (33), Maira Iris Benítez (17) y Andrea Noemí López (25).
Si bien La Casa del Encuentro registró trece casos de este tipo en los que no fue hallado “el cuerpo del delito”, y por los cuales fueron condenados sus autores, también existen otros dos casos que no fueron incluidos ya que la organización consideró que no fueron femicidios.
Uno de ellos es el crimen de Annagreth Würgler (28), la turista de nacionalidad suiza vista por última vez en La Rioja en agosto de 2004, por el cual Alcides Cuevas fue condenado a la pena de 18 años de prisión.
El restante fue el asesinato de la artesana Roxana Nuñez (28), quien desapareció en la localidad bonaerense de Tristán Suárez el 1 de marzo de 2009, y por cuyo caso fueron condenados Juan Carlos Zárate a 20 años de cárcel, y a Néstor Javier Leguiza y la pareja de éste, Alejandra Danza, a la pena de 18 años de prisión.
Por otra parte, para la organización, el modus operandi de hacer desaparecer el cuerpo de la víctima refleja una búsqueda de los asesinos “para lograr impunidad”, lo cual hace imprescindible que los instructores judiciales acumulen numerosas pruebas “bajo un minucioso análisis, consistentes evidencias documentales, además de testimonios y una sólida cadena de indicios” para arribar a una sentencia condenatoria.
Al respecto, Gabriel Vitale, el juez de Garantías de Lomas de Zamora que intervino en el femicidio de Érica Soriano y por el cual fue condenado a 22 años de prisión su esposo Daniel Lagostena, desestimó por completo la expresión común “sin cuerpo no hay delito” y consideró que en este tipo de investigaciones “lo importante pasa por determinar y reconstruir los hechos, donde la contextualización es fundamental”.
“Claramente el proceso de investigación es más arduo. Se tienen que unir todos los contextos: cómo se reconstruyen los hechos, los datos y la situación en base a los elementos que tenés”, ilustró el magistrado en diálogo con Télam.
En ese sentido, Vitale agregó: “Hay una máxima que los cuerpos hablan. Por un lado te dicen como fue la muerte, si hubo violencia, hay mucha información. Al no estar disponible, lo que sí tenés es el dato de contextualización”.
A su vez, Vitale recordó que la reconstrucción de los últimos pasos de Érica Soriano y sus vínculos fue fundamental para establecer que su desaparición había sido forzada.
“Lo primero que hicimos fue establecer el recorrido de Érica durante las últimas horas que estuvo viva. Que fue al médico a las 18.30, que después por las antenas de los teléfonos determinamos que siguió hablando por teléfono con una amiga hasta que llegó a Lanús. Que llegó a la casa de la persona acusada viva. Y ese es el último dato con vida que tenemos, que es la última certeza objetiva. A partir de ahí, empezás a trabajar en los contextos”, explicó.
“En su momento, teníamos mucha información de ese contexto, de las situación y de cómo Lagostena la trataba a ella. En el caso de Érica le dimos mucha entidad al tema de su hija, que trabajaba, que tenía una vida. No había indicios de que ella pudiera irse. Todo eso fue reforzando la idea de que ella no se pudo haber ido por motus propio”, detalló Vitale.
Con un criterio similar al del magistrado, la abogada Raquel Hermida Leyenda, contempló las diferencias que existen en la investigación de un asesinato de estas características con uno en el que sí se logró el hallazgo de un cadáver.
“La autopsia es el lugar en que se determina dónde estuvo el cadáver, qué le hicieron, con qué herramientas, y cómo fue, desde el punto de vista material, el asesinato de ese cuerpo. Es importantísima y nos brinda, a veces, directamente al autor. También es importante remarcar que en otras veces han existido femicidios impunes a pesar de encontrarse un cuerpo, como el de Nora Dalmasso”, afirmó la letrada en diálogo con Télam
Por otro lado, Hermida Leyenda, quien representó al particular damnificado durante el juicio en el que el abogado penalista Carrazzone fue condenado a prisión perpetua por el femicidio de Stella Maris Sequeira, la primera causa caratulada como femicidio en Argentina en la que se halló un culpable sin haber encontrado el cuerpo de la víctima, detalló la función que cumple la parte querellante en este tipo de hechos.
“Generalmente desde nuestro lado se debe asumir un rol de investigador para aportar pruebas al Ministerio Público, que está tapado de trabajo y no logra cumplir con sus obligaciones. Algunas fiscalías son abiertas y permiten a la querella trabajar paralelamente y aportar las pruebas necesarias e investigar sobre esas pruebas. Sin embargo, a veces es una lucha contra el mismo ministerio público que tiene tiempos muy lentos y una investigación muy mala”, explicó.
Asimismo, la abogada consideró que, en general, la estrategia de los defensores consiste en hacer pasar las desapariciones de las víctimas como “viajes voluntarios” o “secuestros extorsivos”. Con respecto a ello, Hermida indicó que “lo más importante es hacer un análisis psicológico de las personas que no están”.
“Vos me decís, ¿cómo se puede hacer eso? Es muy simple. Hacer entrevistas a sus amigos, a sus seguidores en las redes, leer todos sus movimientos, analizar su forma de hablar, saber cómo son sus costumbres. El dato más importante que tuvimos para establecer que la desaparición de Stella no era un viaje voluntario fue que dejó a sus tres perros. Ella nunca se separaba de ellos y los dejaba siempre muy bien cuidados cada vez que se iba”, explicó.
Por último, Hermida Leyenda reflexionó sobre la conducta de los femicidas que, tras cometer el crimen, deciden esconder el cuerpo de la víctima.
“Los mayores homicidios agravados sin cuerpo, se hablan de parrillas, de ácidos que disolvieron el cuerpo, de entierros. Es un acto que tiene que ver con destruir absolutamente a esa persona y no dejar rastros de ella”, reflexionó.
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