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¿Cuántas veces, al iniciar una serie o novela vemos la frase “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”? Lo cierto es que son pocas las circunstancias en las que, efectivamente, algo que nace de la ficción, de la imaginación de un autor, logra plasmarse en la vida misma. Y cuando sucede, por supuesto que deja muchas perlitas. O como dirían nuestras mamás de antes “mucha tela para cortar”.
Osvaldo Soriano, "El Gordo" como era conocido, es un narrador y periodista argentino que, entre tantos éxitos, escribió el cuento “El penal más largo del mundo”, que se publicó por primera vez en 1998 en el libro “Arqueros, ilusionistas y goleadores”. En la historia, el club Estrella Polar, que bien podría ser cualquier club barrial de Argentina, llega a la instancia casi impensada de un penal, el cual de ser convertido, lo consagraría campeón. El propósito del autor es mostrarnos la intensidad con la que se vive el fútbol sobre todo en el país, narrando todo lo que pasa por la cabeza de los protagonistas a la hora de un momento clave.
Corría el año 2003, y el Club Atlético Atlanta no pasaba sus mejores épocas. Todo era lucha y contratiempos, en una temporada que inexorablemente parecía llevarlo al descenso a la Primera C del fútbol argentino. El “Bohemio”, como es conocido el club de Villa Crespo, jugaba el 5 de abril de aquel año contra Defensores de Cambaceres por la sexta fecha del Campeonato de la B Metropolitana. Como suele ocurrir en estas categorías, el partido era aguerrido, de flojo nivel, mucha pierna fuerte y pocas situaciones de gol, como solemos decir: se jugaba “a cara de perro”.
Pero de repente, a falta de 6 minutos para el cierre del encuentro, un centro al área de “Camba” generó un tumulto de camisetas rojas con las azules y amarrillas a bastones, una mano involuntaria y ¡Penal para Atlanta! Discusiones, empujones, lo típico digamos, hasta que el 10 de Atlanta Lucas Ferreiro tomó la pelota y se aprestó a ejecutar la pena máxima. En ese instante, los hinchas de Cambaceres empiezan a treparse a los alambrados. Ante la insistencia del árbitro de que no iba a reanudar el partido hasta que desciendan, y la negativa al pedido, el juez tomó la decisión de dar por suspendido el partido.
Ahí iniciaron las gestiones para ver qué sucedía. ¿Le darían por ganado el partido al bohemio? ¿Se jugarían los 6 minutos restantes? Las conjeturas se multiplicaban. El fallo no salía. Tampoco había fechas. Finalmente, el Tribunal de Disciplina decidió que el encuentro se reanude 24 días más tarde, en cancha de Argentino de Quilmes y a puertas cerradas.
El 29 de abril de 2003 se reanudó el partido de 6 minutos y comenzó claro, con la ejecución del penal. Otra vez Ferreiro tomó la pelota, pateó con “alma y vida” y el grito de gol contenido tantos días por fin resonó en el aire. En los siguientes minutos el marcador no se movió, terminó el partido 1 a 0 a favor de Atlanta y fue un paso inmenso a lo que finalmente fue la salvación de la categoría, la que se concretó el 14 de junio con la victoria 1 a 0 a Tigre con gol otra vez de nuestro héroe de realidad/ficción, de Lucas Ferreiro.
Y ésta es la historia, aquella que alguna vez soñó Soriano, que en Argentina se convirtió en realidad. El penal más largo del mundo se ejecutó en el Ascenso, y tardó 24 días en patearse.
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