El jugador del pueblo
Política
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El jugador del pueblo

Por Sergio Schneider, periodista y director del diario NORTE.


Libertad Digital

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10/02/2021
 /  libertaddigital.com
 -  Política  /  Redacción: Soraya Casco

Las muertes de quienes nos han brindado alegría siempre generan emociones que se chocan de frente. Con la partida reciente de Javier Jenefes esa ecuación empírica vuelve a confirmarse.

Por un lado, las sonrisas inevitables al recordarlo en sus locuras cotidianas. Por otro, la tristeza inmensa de saber que a partir de ahora todo aquello sólo podrá ser compartido en el territorio de la memoria o en el de los sueños.

En el caso de Javier, esa restricción es dolorosa, porque lo suyo se disfrutaba en el contacto. Sus dones eran presenciales. Javier era ese pibe al que sus compañeros extrañan cuando falta al colegio, el tipo que define –con su ausencia o su asistencia- si el asado con amigos estará chispeante o se irá llenando de bostezos.

Con su laburo pasaba igual. Su humor y su picardía podían convertir a uno de los momentos más tradicionales y aburridos de las rutinas radiales –la lectura de titulares de los diarios- en un segmento atrayente. Quienes lo escuchaban y conocían sabían que aun en ese espacio podía provocar la carcajada repentina con una acotación dicha entre dientes o alguna chicana de destinatario específico que lanzaba como al pasar.

Javier amaba la radio, y ése era un amor correspondido. Como cronista de exteriores, productor o conductor, lo suyo siempre era jugar a ganar, pero sobre todo jugar para divertirse. Era, en la comparación futbolera, uno de esos jugadores que nunca iban a defraudar, fuera cual fuese su lugar en la cancha.

Un Ramón Medina Bello, un Alzamendi, un Negro Enrique. Y perdón por los ejemplos riveristas, pero Javier, hincha de Boca, entenderá: esos jugadores que los comentaristas no destacan tanto pero los hinchas sí, porque son los “metedores” que se plantan ante cualquier adversario y permiten el lucimiento de la estrella del momento. Los que hasta cuando hacen goles se mezclan en el montón y en las fotos de las celebraciones aparecen allá, medio tapados por los que levantan las copas.

Javier era así. Humilde, tenaz, entregado al equipo. Generoso, calentón si había motivos, solidario, y un adicto incurable a las bromas de cualquier peso.

Amaba sin límites a su familia, y su dignidad le impedía solicitar ayuda cuando las cuentas del hogar no cerraban o un problema importante aparecía en el horizonte. Prefería endeudarse en condiciones totalmente inconvenientes antes que pedir una mano o mover alguna influencia con los personajes de su invaluable agenda de contactos.

No pedía mucho. Javier era sabio. Tenía muy claro en qué cosas se jugaba la felicidad verdadera. Por eso disfrutaba tanto los momentos compartidos con su esposa, sus hijos, las madrugadas siendo enfermero de su madre, los rituales de la amistad.

También tenía claro su pensamiento político, pero no necesitaba gritar ni odiar para sostenerlo, ni renunciar al sentido de justicia.

Javier sabía perder y sabía ganar. Cuando su Boca cayó ante River en la inolvidable final de Madrid en 2018, soportó estoicamente las cargadas que le dedicamos casi dos horas seguidas con Walter “Tacuara” Villalba, otro notable valor de FM Libertad. Cuando unas semanas después el equipo de Gallardo fue eliminado del Mundial de Clubes por el ignoto Al-Ain, él apareció en el estudio de la radio vestido de jeque árabe.

Un chico grande que no se resignaba a la contrariedad crónica, un hombre cabal que iba a dejar todo por los suyos, un jugador sin descanso entregado cada jornada al difícil oficio de la alegría. Así era, y por eso se notará tanto que se fue hacia otras canchas.

Gentileza: Sergio Schneider y diario NORTE.

En esta nota: #javierjenefes

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