Libertad Digital
Muchas personas viven con niveles altos de estrés de forma permanente. Debido a problemas de salud, económicos, exigencias laborales, y responsabilidades familiares, el sistema nervioso está expuesto a un desgaste constante. La tensión acumulada impacta directamente en el equilibrio del organismo y puede afectar la salud física y mental.
La doctora María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista especializada en enfermedades psicosomáticas, se refirió a la temática: “Como diría Hans Selye, el médico que acuñó el término, el estrés es la sal de la vida. Sin él seríamos un vegetal o estaríamos muertos. Todas las actividades de la vida generan estrés, hasta una relación amorosa genera estrés. El tema es ¿hasta qué punto?”.
Y completó: El término ‘estrés’ es muy impreciso. Es decir, dice y no dice a la vez. Entonces, decimos “estoy estresado”. Es una palabrita que tranquiliza, es como que algo que viene de afuera. ‘Me agarró, me tocó'. Pero no todas las situaciones alteran de la misma manera. Y eso tiene que ver con ese entramado entre lo externo y lo interno. Por eso es muy importante buscar las causas del estrés en cada uno y ver cómo las podemos resolver”, manifestó la experta que es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA, por sus siglas en inglés) y docente de la Universidad de Buenos Aires.
La experta afirmó que un nivel moderado y temporal de estrés puede ser beneficioso. “Ayuda a estimular la concentración, potenciar la memoria a corto plazo, mejorar el rendimiento y a prepararnos para enfrentar desafíos. El problema surge cuando el estrés se vuelve crónico, persistente o demasiado intenso. Ahí es cuando deja de ser funcional y comienza a impactar negativamente en la mente y el cuerpo”.
La doctora Sharon Bergquist, profesora adjunta de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, publicó un libro llamado La paradoja del estrés: por qué necesita estrés para vivir más tiempo, más saludable y más feliz, donde explicó que muchas comodidades de la vida moderna hacen que subutilicemos nuestra respuesta heredada a enfrentar los desafíos.
La doctora Bergquist señaló que el estrés moderado, cuando se encuentra en niveles controlados, promueve la resiliencia, mientras que los extremos —ya sea un exceso o una completa ausencia de estrés— resultan perjudiciales. Esta idea se resume en el llamado principio de Ricitos de Oro del estrés, que plantea la importancia de un equilibrio, la cantidad justa de estrés, ni poco ni demasiado.
Según Bergquist, la clave está en alejarse de la zona de confort y aceptar los desafíos físicos, mentales y emocionales para mantener una vida saludable y activa.
Según la experta, este estrés positivo impulsa al individuo a mejorar sus habilidades, resistencia e incentiva la liberación de hormonas benéficas como la dopamina, serotonina y oxitocina, las que promueven la salud y el bienestar.
Estrés bueno vs. malo: ¿cuál es la diferencia?
La licenciada Germani definió el estrés como una respuesta natural del cerebro ante situaciones que “percibimos” como amenazantes: “Esta es una respuesta activa, que genera una serie de procesos fisiológicos, emocionales y cognitivos, cuyo objetivo es prepararnos para el abordaje del peligro. El estrés es parte de un sistema de alerta natural, necesario para la supervivencia. Ante el peligro se pueden generar dos tipos de respuesta: lucha o huida”.
Y completó: No necesariamente es un peligro real, sino que interpretamos la realidad desde nuestra posición subjetiva. Si creemos que tenemos lo necesario para enfrentar el peligro, será una lucha, en caso contrario, será una huida”.
Así, existe un estrés positivo, denominado “eustrés” y un estrés negativo “distrés”.
“El eustrés es un tipo de estrés considerado saludable y motivador, ya que nos permite activar las alertas, enfocarnos en objetivos y rendir mejor ante desafíos cotidianos, como en una entrevista laboral, un examen o una presentación. Tiene la característica de ser transitorio y se percibe como manejable”, describió la licenciada Germani.
En cambio, el distrés, es el estrés crónico, “se percibe como incontrolable o excesivo. Este tipo de estrés es el que afecta negativamente nuestra salud física, emocional y cognitiva”, destacó la experta.
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