Libertad Digital
Radio Libertad tuvo la oportunidad de conocer a Rosa y compartir una conversación con ella, una de sus hijas y una de sus nietas. El encuentro fue posible gracias a los integrantes de Fundación Napalpí, que fueron quienes tomaron conocimiento de la existencia de la mujer qom, hace algunas semanas atrás.
""A mi papá mataron acá, en la matanza"."
Rosa pertenece a la comunidad qom, no sabe leer ni escribir pero habla muy bien español y su lengua materna. Estuvo casada con Ciriaco Asencio, quien ya falleció, durante decenas de años y con él tuvo 14 hijos. "Los tuve en la casa de mi suegra, no teníamos casa, vivíamos todos en el mismo lugar", contó. Tiene varios nietos y bisnietos y solo quedan 10 de sus hijos con vida.
Ella es muy creyente y está segura de que Dios le salvó la vida varias veces.
No le gusta mucho que le saquen fotos y hace saber su incomodidad pero cuando entra en confianza se pone muy conversadora y no tiene problemas de que le tomen algunas fotografías.
Relato de la masacre
"De la matanza no quiero que se acuerden porque me hace llorar, porque ahí lo mataron a mi papá", recordó con voz muy baja. Ella logró sobrevivir con Antonia, su mamá, y sus abuelos maternos. Contó: "Mis abuelos me alzaron y nos fuimos al monte. Muchos dispararon y algunos se fueron a Plaza". También dijo: "A mi papá lo mataron porque él se quedó ahí". Le cuesta mucho hablar de lo que pasó en ese momento, porque le dan miedo los recuerdos. "Sufrimos nosotros", agregó.
La Masacre de Napalpí ocurrió el 19 de julio de 1924 en lo que hoy es Colonia Aborigen, cuando un grupo de cien policías del Territorio Nacional llegó al lugar con la orden expresa de aniquilar a los indígenas sublevados. Los aborígenes reclamaban mejores condiciones de vida y se negaban a ser explotados en la reducción.
Rosa además contó que conoció a Melitona Enrique, otra de las sobrevivientes de la masacre que falleció en 2008, ya que ella vivía a unos dos kilómetros de su casa.
En junio de 2014, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Chaco inició una investigación sobre los hechos ocurridos durante la masacre de Napalpí y busca que el hecho sea juzgado como un crimen de lesa humanidad.
La causa ya cuenta con las declaraciones de Pedro Balquinta, de la comunidad moqoit, que fue el único sobreviviente de dos masacres: la de Napalpí en 1924 y El Zapallar ocurrida el 9 de septiembre de 1933. Balquinta falleció a los 108 años el 30 de diciembre de 2015. También la justicia pudo tomar el testimonio de Mario y Sabino Irigoyen, hijos de Melitona Enrique, de la comunidad qom, que sobrevivió a la Masacre de Napalpí cuando tenía 23 años. Otra de las declaraciones que tiene la justicia federal es la de Carmen Delgado, hija de Rosa Chará que es otra de las sobrevivientes de la masacre.
Muy pronto la causa judicial podría sumar también el testimonio de Rosa Grilo.
Visita oficial, pedidos y promesas
El pasado 10 de noviembre, el gobernador del Chaco Domingo Peppo fue a visitar y a conocer a Rosa. "Tres cosas no más son las que pedí yo, no pedía tanto: la luz, agua y la vivienda", contó. Ella vive en una casa precaria, rodeada de gallinas, perros, chanchos, patos y pavos, sin energía eléctrica ni agua potable. "Cuando estoy sola me voy temprano a acostar, ¿qué voy a hacer en la oscuridad?", indicó.
Justo el lunes se presentó un grupo de trabajadores de la Subsecretaría de Energía del Chaco que llevó al lugar la noticia más esperada: van a tener luz. Confirmaron que, si las condiciones del tiempo acompañan, en el plazo de una semana tendrían energía eléctrica en la casa. Rosa casi que no lo puede creer, hace años que espera el milagro.
"Cuando vi la foto que vino el gobernador me dije, Dios quiera que me toque a mi ir porque hace más de tres años que estamos trabajando en la zona de Colonia Aborigen", expresó Carlos Sánchez, trabajador de la subsecretaría.
Rosa habla animada con los trabajadores y hasta accede a sacarse fotos con ellos, que quieren registrar el momento histórico. De lo único que se queja es de todas las promesas que escuchó y que siguen incumplidas.
Historias de una mujer centenaria
Entre varias anécdotas, Rosa contó que le gusta pasear en moto. Sus hijas o nietos la llevan al pueblo o a visitar parientes. Recordó que hace poco se fue a un cumpleaños de 15 y volvió a las tres de la mañana, de acompañante en una moto cross, por caminos de tierra y en plena oscuridad.
También relató que hace unos años fue a pedir un préstamo a un banco de Sáenz Peña y no se lo pudieron dar porque no sabía escribir y sus huellas digitales estaban muy gastadas.
Todavía hoy hace mosquiteros para vender y espera con ansias la luz para poder usar una máquina de coser eléctrica que le regalaron hace algunos años y que nunca pudo usar.
"Soy peronista y de Boca hasta la muerte", cuenta Rosa.
Está esperanzada porque para año nuevo vendrá toda su familia a visitarla.
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